jueves, 31 de octubre de 2013

Apuntes sobre la informalidad laboral



Uno de los temas centrales de la etapa es, a pesar de las mejoras acontecidas en la década que se observa en el gráfico 1 de la deracha del post (click para agrandar) la persistencia de niveles altos de informalidad laboral y lo que supone esto términos de ausencia de cobertura de salud, previsión social y bajos salarios.  
Particularmente intensa sobre los jóvenes menores de 30 años ( el 30% del padrón electoral y el 40% del electorado del FpV)  donde hoy el trabajo informal supera el 45%, es necesario considerar la centralidad de esta problemática para explicar diversos comportamientos sociales, incluso los electorales, obviamente.
Al respecto leemos un enfoque controversial pero sugerente sobre la precarización laboral que instala la reflexión sobre el fenómeno segmentando el impacto en actividades específicas (como lo muestra el gráfico que abre el post) concretamente trabajo doméstico, construcción, rural y textil , dejando de lado la visión dual y homogénea sobre el fenómeno de informalidad que mantienen la mayoría de los analistas. Leemos:
Finalmente, retomando varios de los hilos de la exposición, deben ser remarcadas las dificultades prácticas, teóricas e ideológicas que plantean los múltiples sentidos de la noción de informalidad laboral que, además, han sido cambiantes con el paso del tiempo. Hacia fines del siglo la noción se vinculaba con procesos de “reestructuración productiva”, para indicar las alternativas de ocupación a las que derivaban quienes perdían su inserción formal en la industria u otras actividades urbanas. Es posible que la noción más adecuada que alude a este uso sea la de “informalización”, que podría asimilarse a la de “precarización” en el sentido de que lo que está en juego es la pérdida de los derechos y garantías asociados a la inserción como “asalariado registrado en la seguridad social”.

Actualmente es posible identificar los problemas emergentes del no registro en la seguridad social en cinco actividades concretas, que constituyen el grueso de este tipo de empleo: las trabajadoras en casas particulares (servicio doméstico), el empleo rural, la construcción, la producción y comercialización de prendas de vestir, el transporte alternativo. Tómese nota de que se trata de actividades sumamente diferenciadas y específicas, seguramente no intercambiables entre sí, que explican en su mayor parte el no registro en la seguridad social. Algunas de estas actividades se corresponden con la inserción de trabajadores independientes no asalariados, otras con la de inmigrantes de países limítrofes, algunas con la producción de bienes comercializables y otras con servicios no comercializables. Es decir que aunque cuenten con un componente común, el predominio de trabajadores no registrados, difícilmente se resuelvan en el plano de las políticas de empleo o de la inspección laboral: en varias se requiere inversión en equipamiento colectivo –como guarderías infantiles, transporte–; en otras, regulaciones de orden municipal o urbano –construcción–; finalmente, otras como las confecciones constituyen una problemática universal que ha sido difícil de resolver en varios países.

Esta identificación de problemas precisos, acotados, va a contramano de la actual generalización de la noción de informalidad laboral entre algunos especialistas, tal vez menos atentos a las evidencias empíricas que a reproducir antiguos esquemas de análisis. Es que efectivamente lo que denominamos “informalidad” laboral fue comprendido tradicionalmente en el marco general de la economía del desarrollo y en el más particular de la economía del trabajo. Pero tal vez convenga plantear directamente las cuestiones teóricas de índole más general, a través de una discusión sobre modelos de desarrollo.

En efecto, la evolución de la Argentina actualmente es similar a las que registran otros países de la región, particularmente Brasil, donde desde 2003 hasta hoy se revirtió la tendencia secular de incremento de las desigualdades, al tiempo que el crecimiento del empleo fue liderado por el correspondiente a los “asalariados con cartera”, en cierto modo asimilables a nuestros “asalariados registrados en la seguridad social”. Al mismo tiempo el peso relativo de los trabajadores por cuenta propia también se redujo considerablemente en ese país.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Organización del debate y clivajes



Por Rubén Weinsteiner para NEWSWEEK
Una de las dimensiones más importantes para la construcción de una marca política poderosa, es la arquitectura de un discurso de poder sólido,  en función de un clivaje eficaz.
El clivaje es la división traducida en competencia política,  que construye las singularidades y particularidades de un liderazgo, permitiendo plantearle a la sociedad en ese discurso de poder,  los cambios propuestos, construir el debate  y estructurar la competencia con los demás jugadores políticos.
El clivaje permite presentar lo que uno es, reforzado por lo que uno no es, simplificando en un esquema binario, si-no, blanco-negro,  un planteo  fácil de asumir, del tipo “de que lado estás” a los electores.
Organizar el debate y definir un clivaje
Plantear el eje divisorio, el clivaje,  es organizar el debate, y el que organiza el debate acumula poder. Los comentaristas, los que opinan y reaccionan sobre lo que hace el que organiza el debate y el clivaje, resignan poder. Gana el que instala, dirige y por lo tanto controla  el debate.
A lo largo de la historia, la construcción de los clivajes políticos viraron de la clivación por variables duras como religión, etnia o territorio a establecer clivajes por variables blandas.
Desde los históricos derecha-izquierda, conservadurismo-liberalismo en Estados Unidos o peronismo-antiperonismo, en la Argentina; a  la UCR desarrollando un clivaje en torno a institucionalidad-clientelismo, Carrió acerca de  transparencia-corrupción,  Macri; ineficiencia-gerentismo eficiente, el Kirchnerismo inclusión-exclusión (todos/as-pocos), el sujeto político agromediático modelo 2008 consolidado en la figura de Cobos en su momento: consenso-enfrentamiento. Otros probaron mano dura-garantismo, modernidad primer mundística-atraso (lo viejo), privado-estatal,  liberación o dependencia, etc.
Hay clivajes eficaces y otros que no lo son
En la toma de la iniciativa para la instalación del debate y en  el diseño eficaz  del clivaje reside la clave del éxito en la construcción y acumulación.
Desde el marco  investigativo llegamos a la conclusión que hay ejes que no han servido para construir poder y votos, como seguridady corrupción y otros que si, como economía y formas. Seguridad y corrupción han sido altamente eficaces para construir malestar, pero no para construir votos.
La disposición y dirección del debate y el diseño, instalación y gestión de los clivajes son acciones que requieren abordajes  permanentes, creatividad, pensamiento disruptivo y una  persistente ruptura de límites.
Gana el que organiza sostiene y conduce el debate, en torno al clivaje más eficaz en un contexto de tiempo y espacio.
Rubén Weinsteiner para NEWSWEEK

martes, 29 de octubre de 2013

Incertidumbre, otra vez

Por 

 El resultado más ostensible del ciclo electoral de este año es que la política sigue atrapada en la crisis que se inauguró en el año 2001. La fragmentación que acompañó al derrumbe de Fernando de la Rúa intentó ser superada con el liderazgo absorbente de los Kirchner.
Ahora que ese liderazgo ingresa en su crepúsculo, reaparece la carencia de un sistema equilibrado y eficiente para organizar el poder. Éste es el rasgo principal de la transición que se ha iniciado: el curso que tome la vida pública dependerá, por lo menos hasta el año 2015 , de las decisiones que adopten innumerables sujetos.
El desenlace de ese juego se llama incertidumbre. Al fraccionamiento de la oposición se agregó el del peronismo. Allí radica la gran novedad de Sergio Massa. El intendente de Tigre arrebató al oficialismo el 44% de los votos de la provincia de Buenos Aires. Se impuso en todas las secciones. Aun en ciudades que en agosto le habían sido esquivas, como Mar del Plata o Bahía Blanca. Massa incrementó su caudal de las primarias en 639.575 votos. Es, sin dudas, un problema para Cristina Kirchner y, sobre todo, para Daniel Scioli.
Pero su evolución de los dos últimos meses no se hizo a expensas del peronismo. Martín Insaurralde obtuvo anteayer 110.000 votos más que los que sacó en las PASO. Y superó al Néstor Kirchner de 2009 en 350.000 votos, aunque la comparación sea imperfecta por el incremento del padrón. Quiere decir que el PJ oficialista detuvo su sangría. ¿Efecto Cirio?
Massa se expandió hacia la clientela de Francisco de Narváez, quien perdió entre las primarias y las generales 474.000 votos.
Un primer corolario de este nuevo panorama es que Massa no sólo representa un gran riesgo para Scioli. También pone en jaque cualquier experimento que pretenda conquistar el centro político desde fuera del peronismo. Dicho de otro modo: pone en jaque a Mauricio Macri. Si hacía falta alguna señal para advertirlo, alcanza con ver la ansiedad del jefe del gobierno porteño para abordar el nuevo paisaje electoral. No sólo invadió la fiesta de Gabriela Michetti, Sergio Bergman e Iván Petrella con una legión de simpatizantes ataviados con la leyenda "Macri 2015". Dedicó casi todo su discurso a menoscabar el triunfo de Massa. El arrebato fue curioso. Macri se apartó de uno de los apotegmas de Jaime Durán Barba: jamás enemistarse con quien brilla en las encuestas. Esa ley, que reguló durante años sus relaciones con la Presidenta, no rige para Massa. La irritación resulta aún más incomprensible porque a esa hora los seguidores del propio Macri, entre ellos su primo Jorge, festejaban en Tigre la victoria de quien, por lo menos hasta esa noche, era un aliado.
La enemistad con Massa llevó a Macri a flagelarse con una promesa: jamás postular a quienes hayan sido ministros de un gabinete kirchnerista. ¿Y los que han sido secretarios, como Guillermo Moreno, o presidentes de empresas públicas, como Mariano Recalde? Massa respondió ayer a Macri como hubiera aconsejado Durán Barba: "Hablar de 2015 es faltar el respeto a la gente". Demagogia ejemplar. Lo importante: la partida entre Massa y Macri ya está abierta.
La polémica por 2015 disimuló que hay motivos de festejo para Macri. Ratificó su buena posición en Santa Fe con el 27% de Miguel Del Sel, que superó al peronismo. Y tuvo un desempeño aceptable con Alfredo De Angeli en Entre Ríos, quien con 23,43% se impuso a la UCR. Pro también dejó una semilla en Córdoba y en La Pampa. Y, lo imprescindible, reconquistó la ciudad de Buenos Aires, donde Gabriela Michetti casi alcanza el 40 por ciento.
El mapa porteño debe quedar, sin embargo, bajo observación. Primero, porque el triunfo de anteayer puede reavivar en Michetti el sueño por la herencia municipal de Macri, que parece asignada a Horacio Rodríguez Larreta. Segundo, porque UNEN construyó una base no desdeñable: Pino Solanas conquistó una senaduría y Elisa Carrió retuvo nueve de cada diez votos de los que sacó la coalición en las primarias. También en esta alianza hay alguien que fantasea con suceder a Macri: Martín Lousteau.
La plataforma que estableció UNEN en la ciudad de Buenos Aires se integra a una de las novedades del año: el surgimiento de figuras competitivas en el radicalismo de varias provincias. Julio Cobos triunfó en Mendoza por 47,72% de los votos. José Cano avanzó en Tucumán hasta un 34,66% y replegó a José Alperovich a un inédito 46,87%. Mario Fiad, apadrinado por Gerardo Morales, se impuso en Jujuy con 40,15%. Los radicales riojanos denunciaron ayer a Luis Beder Herrera por fraude, en comicios casi empatados. En Santa Cruz, Eduardo Costa ganó por el 42,13%, contra un peronismo dividido entre el Frente para la Victoria (24,74%) y el PJ del gobernador Daniel Peralta(20,04%).
La cuna del kirchnerismo puede ser anticipatoria: la UCR se impuso gracias a la fractura del peronismo. ¿Qué sucedería en el resto de los distritos si, para 2015, el PJ se bifurcara entre oficialistas y disidentes? Es el principal desvelo de los gobernadores de ese partido. Por un lado, la asociación con el gobierno nacional les hace perder votos frente a las oposiciones locales ya establecidas. Por otro, comienzan a sentir el riesgo interno que representa Massa. El intendente de Tigre confirmó ayer que planea federalizar su Frente Renovador invitando a otros alcaldes para que, como él, enfrenten al peronismo oficial de sus provincias. La resurrección de la UCR y la ambición de Massa son una doble Nelson para los caudillos del interior.
Massa tiene en la expansión nacional de su candidatura un problema crucial por resolver. Pero anteanoche quedó claro que también lo tiene Scioli. En medio de la insólita fiesta del Frente para la Victoria, Juan Manuel Abal Medina convocó a una videoconferencia a Jorge Capitanich, quien se impuso en el Chaco por 59,31% de los votos. Para Scioli fue una puñalada. Sin embargo, detrás del auspicio de la Casa Rosada a la candidatura de Capitanich opera una fuerza histórica. Es difícil que los gobernadores del interior acepten someterse a un bonaerense. Una maldición de la que no se salva Massa.
Así y todo, sería incorrecto reducir el impulso a Capitanich a una inercia impersonal. La candidatura es parte de una estrategia de Cristina Kirchner. Ella sigue los acontecimientos desde un retiro al que apenas acceden sus hijos, Carlos Zannini y Oscar Parrilli. A pesar de que Máximo Kirchner, más gravitante que nunca, sigue atemorizado, todos están satisfechos con su estado de salud.
Instalada en esa inusual introspección, la señora de Kirchner tiene varios motivos para reconfortarse. El oficialismo retuvo el 33% de los votos y controla la mayoría del Congreso. El desempeño de Massa en Buenos Aires fue espectacular. Pero el Frente para la Victoria no perforó el piso de 2009. Y el debilitamiento de Scioli justifica más una opción propia, como Capitanich. O varias, si se agrega al entrerriano Sergio Urribarri.
Así, como anticipó Boudou la noche de las elecciones, el kirchnerismo tratará de conservar la dirección de su política. Una decisión que el pago de los arbitrajes del Ciadi no vino a corregir, sino a reforzar. Esas deudas se saldarán con bonos que pagará otra administración. A cambio, el Gobierno levanta el veto de los Estados Unidos para acceder a 3000 millones de dólares disponibles en el Banco Mundial, de los cuales un tercio será desembolsado el año que viene. Conclusión: el reconocimiento de esas deudas permite a la Presidenta incrementar el nivel de reservas sin producir ajuste alguno.
Si había surgido alguna duda respecto de esa orientación, anteayer apareció un dato muy interpelante para el kirchnerismo: la izquierda trotskista tuvo un avance llamativo en muchos distritos. En Salta, por ejemplo, el Partido Obrero se ubicó segundo, con 20% de los votos. En Santa Cruz obtuvo 11,14%. En Buenos Aires casi alcanza a De Narváez: Néstor Pitrola sacó 5%, con un número de votos similar al de Martín Sabbatella en 2009. En Neuquén la misma fracción consiguió el 10%.
Con estas noticias delante de sus ojos, y al frente de un poder considerable, Cristina Kirchner podrá condicionar la escena pública durante los próximos dos años y supervisar su sucesión. Una capacidad que olvidan muchos de sus opositores. Vale para ella lo que escribió David Duff sobre Napoléon III: "Con él los franceses cometieron dos errores. Cuando llegó, pensar que era un genio. Y cuando se fue, suponer que era un idiota"..

lunes, 28 de octubre de 2013

Popularidad no es influencia


Por Rubén Weinsteiner para EL PAÍS


En la Web 3.0, como en el mundo real  no es lo mismo popularidad que influencia. Si bien es importante ser popular y tener visibilidad para lograr influencia, se puede ser muy popular y tener cero influencia.
Es importante preguntarnos,  para fijar nuestro objetivo de construcción si:  ¿queremos ser populares o queremos influenciar?
¿Que es y como medimos la influencia en la Web Social?
Ante todo digamos que medir  influencia  como algunas relaciones en Facebook “es complicado” y no es medible por el número de personas que te siguen, sino por lo que puedas ejercer en ellos.
Sin embargo podemos empezar por algunas preguntas para definir el concepto de influencia 2.0.
a)   ¿Que es influencia y que hace  de alguien una persona influyente?
b)   ¿Quién es influyente y porqué?
c)   ¿Cómo puedo reconocer la influencia o la capacidad de influenciar?
d)   ¿Cómo puedo medir el efecto de la influencia en los segmentos- objetivo?
Influencia es la capacidad de producir cambios en las personas,  ya sea en su forma de percibir,  pensar,  significar o la de generar que las personas lleven a cabo una acción específica.
¿Cómo se construye la influencia?:
1)   Alcance, potencia de emisión. Hasta donde y a quienes llegamos
a)   Popularidad, visibilidad
b)   Proximidad territorial y conceptual
c)   Seguidores, militantes,  votantes
2)   Relevancia
a)   Autoridad
b)   Confianza
c)   Afinidad
3)   Resonancia, Ruido
a)   Frecuencia
b)   Período
c)   Amplitud
Estos tres componentes construyen la influencia que deberá estar direccionada en la acción desplegada en el territorio, hacia segmentos específicos.
La verificación se mide a través del impacto producido. Este efecto se traduce en resultados de encuestas, resultados electorales y niveles de apoyo y legitimidad para personas o medidas.
Como se construye un Plan Operativo de Influencia (POI)
1)   Definir los objetivos ( lo que queremos que nuestra influencia produzca)
2)   Segmentos a abordar
3)   Diseñar un mapa de influencias en el territorio a operar (Quienes, como,  cuanto  y a quienes influencian los otros jugadores)
4)   Diferenciación de los otros jugadores
5)   Construcción de valor para influenciar a influenciadores y a sus influenciados
6)   Auditar y medir impacto
El desafío central consiste en tener  presente y en claro la diferencia entre Influencia y popularidad y saber que la capacidad de influenciar sufre desgaste, entropía, y hace falta recargar esa máquina de influenciar, con significados nuevos para ser disparados y formas nuevas para sorprender y sostener el poder de impacto.

RUBÉN WENSTEINER

Números finales

 FPV 33,09. UCR + PS 21,36; Frente Renovador 17,06; PRO, 9,02.

Medios y votos: el otro resultado



Les presentamos en esta oportunidad un nuevo estudio del Departamento de Investigación de Medios de Comunicación. Se trata de un relevamiento realizado sobre la exposición mediática de los principales candidatos bonaerenses.
Sergio Massa y Martín Insaurralde han alcanzado (en términos porcentuales) un nivel de votos similar a su visibilidad en los medios durante toda la campaña. Dicha correlación se quiebra en los casos de Stolbizer y De Narváez, quienes han invertido sus relaciones: a mayor exposición mediática, menor caudal de votos.
Para recibir el estudio completo, les solicitamos que envíen un correo a investigacion@ejes.com
muchas gracias
Departamento de Investigación de Medios - Ejes de Comunicación
EL OTRO RESULTADO  Les presentamos en esta oportunidad un nuevo estudio del Departamento de Investigación de Medios de Ejes de Comunicación. Se trata de un relevamiento realizado sobre la exposición mediática de los principales candidatos bonaerenses. Sergio Massa y Martín Insaurralde han alcanzado (en términos porcentuales) un nivel de votos similar a su visibilidad en los medios durante toda la campaña. Dicha correlación se quiebra en los casos de Stolbizer y De Narváez, quienes han invertido sus relaciones: a mayor exposición mediática, menor caudal de votos. Para recibir el estudio completo, les solicitamos que envíen un correo a investigacion@ejes.com muchas gracias Departamento de Investigación de Medios - Ejes de Comunicación

domingo, 27 de octubre de 2013

La edad de los que deciden

La edad de los que deciden

Del total del padrón de electores para los comicios de 2013, un 30% tiene menos de 30 años, el 50,2% no llega a cumplir los 40 años de edad al momento de votar y 6 de cada 10 electores tendrá 45 años o menos al votar. Esto convalida la creciente participación que los jóvenes tienen en la política desde 2003





La incorporación de los jóvenes a la política es un fenómeno contundente en términos cualitativos, típico de la repolitización de la sociedad Argentina post crisis del neoliberalismo que introdujo el modelo nacional que encarnara Néstor Kirchner en mayo del 2003 y hoy conduce Cristina Kirchner.

La clave de la participación política creciente de los jóvenes a partir de mayo del 2003 fue sin duda la capacidad de resituar primero, y desplegar después, el conflicto contra los sectores del establishment económico, político, judicial y mediático que desplegó sin prisa ni pausa el peronismo kirchnerista durante sus tres períodos de gobierno.

Tras treinta años que, salvo lapsos excepcionales durante el primer período del gobierno de Raúl Alfonsín que entonces también recibió el acompañamiento juvenil, gobernar en la Argentina supuso reproducir y ampliar los intereses de los poderosos. Con el triunfo de Néstor Kirchner, por primera vez desde la recuperación democrática, un gobierno se comportó como contrapoder en el país, convocando por eso en su apoyo a buena parte de los sectores juveniles que vieron en él un canal para expresar su rebeldía y oposición al modelo neoliberal.

Neoliberalismo que hay que recordarlo, desarticuló drásticamente la morfología de la sociedad argentina desde mediados de los años setenta mediante la dictadura cívico-militar y los sucesivos gobierno democráticos que lo aceptaron como único camino posible, transformando 6% de pobreza de 1975 en 54% a la salida de la convertibilidad, 3% de desempleo en 24%, 15% de trabajo informal a medidos de los años setenta en 55% en 2002 y que estiró la brecha entre el 10% más rico y más pobre de perceptores de ingresos de 12 a 32 veces.
"El 30% de los electores tiene menos de 30 años, el 50,2%  no llega a cumplir los 40 años de edad al momento de votar, mientras 6 de cada 10 electores al ejercer el sufragio en 2013 tendrá 45 años o menos."

Pero si la participación juvenil es la nota de mayor volumen cualitativo del ciclo kirchnerista, cuando se analiza la distribución del padrón de electores 2013 con la novedosa incorporación de 750.000 jóvenes de 16 y 17 años que ejercerán su nuevo derecho ciudadano, el análisis cuantitativo muestra la fuerte impronta juvenil del electorado nacional, que sin duda es la característica central que deberán atender las distintas dirigencias en competencia electoral si es que no quieren resultar obsoletas y con ellas sus propuestas.

En efecto, en el cuadro que acompaña esta nota se observará que el 8,6% de los votantes este año tiene entre 16 y 19 años mientras otro 10,9% recorre el tramo etario que va entre los 20 y 24 años.

Completando el tramo de menores de treinta años un 10,5% adicional de electores cursa edades entre los 25 y 29 años.

En suma el 30% de los electores tiene menos de 30 años, el 50,2%  no llega a cumplir los 40 años de edad al momento de votar, mientras 6 de cada 10 electores al ejercer el sufragio en 2013 tendrá 45 años o menos.

Las conclusiones son notables. Por ejemplo, dada la estructura etaria que lo segmenta, para el 50% del padrón de electores el gobierno de Raúl Alfonsín y los ciclos hiperinflacionarios de los años 1989 y 1990 no resultaron experiencias vividas, e incluso buena parte de la década de los año noventas tampoco lo fue en plenitud.

Más aún, la crisis del año 2001 fue vivida con menos de 15 años de edad por el 25% de los empadronados, que inician su adolescencia y los primeros contactos con la realidad política nacional ya con el kirchnerismo gobernando el país.

En sentido contrario, solo el 20% de los electores efectivos -que irán a votar-  en el año 2013 tenía 15 años o más en la década de los años setenta y vivieron con conciencia plena los gobiernos de Cámpora, Perón e Isabel y el último golpe cívico militar.

En conclusión, la fijación de temas de agenda que se anclan demasiado rígidamente en experiencias del pasado, aún las más convulsionantes, estrategia tan recurrente en buena parte de la oposición e incluso un recurso que sobre utiliza algún sector del oficialismo, no parecen poder interpelar de manera exitosa a una mayoría de electores sencillamente porque no forma parte de su experiencia de vida, y, si bien es cierto que la historia se transmite entre generaciones, nunca es bueno para la dirigencia política abusar de esa circunstancia confundiendo lo dicho con lo vivido.

El mito de la burguesía nacional



Por Claudio Scaletta

Esta semana se realizó el tradicional encuentro anual de empresarios de IDEA, el Instituto para el Desarrollo Empresario Argentino, que agrupa a las principales empresas del país. Respondiendo a invitaciones generosas, la prensa cumplió su también tradicional rol de caja de resonancia del llamado “coloquio”. Según se desprende de lo escrito e irradiado sobre la reunión, el estado anímico de los principales empresarios del país sería de avanzado disgusto con el oficialismo. Para quienes creen que el objetivo central de las empresas es ganar dinero, se trata, sólo en principio, de una anomalía; casi de una rareza. Sucede que una economía en crecimiento prácticamente constante durante más de una década, en especial cuando su motor es el consumo y el empleo, supone mejoras para la mayoría de la población. Y “mayoría” incluye aquí también a los sectores dominantes. Si el PIB crece a tasas altas, quiere decir que también crece el producto de las empresas. Sin embargo, a pesar de los buenos negocios, la relación entre los empresarios como clase y el kirchnerismo nunca fue la mejor.
La presunta anomalía lleva a preguntarse por las razones económicas del disgusto. Una primera respuesta es la ideológica. El empresario medio es más feliz imaginando gobiernos absolutamente “pro mercado”, es decir, con regulaciones mínimas, impuestos bajos y nula intervención estatal. Se trata de una actitud en principio lógica. A nadie le gusta que se metan con sus actividades y mucho menos pagar impuestos. Para el liberalismo económico, éste es el fundamento de la libertad. En el límite no habría mejor gobierno que un “no gobierno” o, más sofisticadamente, un gobierno que sólo se ocupe de las actividades subsidiarias, como la seguridad, la defensa y las relaciones exteriores. Del desarrollo, global, sectorial y regional debería encargarse solamente el mercado.
Luego está la historia económica. El caso ideal del desarrollo conducido por el mercado simplemente no existe. Ni siquiera remitiéndose a la acumulación originaria primigenia. Lo que normalmente existe son las burguesías que controlan los aparatos de Estado en su beneficio. Luego serían estos Estados los que planifican el desarrollo. Todo un problema. Detrás de este razonamiento se encuentra la idea mítica de la burguesía nacional. Una especie de clase única, con una visión homogénea de país, nacionalista por definición y comprometida con un proyecto de largo plazo. En su versión peronista, esta burguesía tendría conciencia de que para la armonía social resulta indispensable un desarrollo inclusivo. La alianza natural de la burguesía nacional sería entonces con los trabajadores. Un verdadero mundo feliz sólo amenazado por las facciones “no nacionales” de la burguesía. O nacionales, pero vinculadas con el comercio con el extranjero, como buena parte del sector agropecuario.
El problema, otra vez, es de inexistencia. Si se observa la estructura de propiedad de los medios de producción en la Argentina y también en el mundo, se encontrarán empresas multinacionales liderando prácticamente todos los sectores. En el marco de las empresas de mayor facturación, las encuestas del Indec muestran que alrededor de 400 de las primeras 500 firmas del mercado local son extranjeras. Desde comienzos de los ’90, cuando en este segmento sólo eran extranjeras alrededor de 100, el cambio fue espectacular. Sin necesidad de recurrir a mayores números, cualquier lector en cualquier ubicación del territorio de la república puede hacer su propio test, mirar alrededor y observar el origen del capital de las principales empresas de su entorno. Verá que existe una burguesía, pero no una burguesía nacional. El dato es clave para comprender las relaciones de poder real y el margen para las alianzas políticas y de clase que respalden los procesos de desarrollo. También resulta aclaratorio de muchos discursos, como el de la “seguridad jurídica”, el “no caerse del mundo”, o el reciente beneplácito entre los empresarios que participaron del encuentro de IDEA en favor de los potenciales pagos de juicios espurios en el Ciadi o por el acercamiento a los organismos financieros internacionales.
Pero si con el crecimiento y el desarrollo los empresarios también ganan, se supone que cualquier burguesía, nacional o no, debería entonces estar comprometida con ambos factores, en tanto contribuyen al objetivo principal de ganar dinero. La respuesta es negativa. El círculo virtuoso no es inevitable; la presunta anomalía no es tal. Los empresarios pueden continuar ganando dinero aunque la economía no crezca y no se desarrolle, lo que constituye un verdadero problema desde la perspectiva del bienestar de las mayorías. En la historia económica sobran los ejemplos. Sin ir más lejos, la propia Argentina. El tema no es nuevo y ya fue tratado, por ejemplo, por el economista polaco Michal Kalecki en su texto de 1943 Aspectos políticos del pleno empleo, en el que describía cómo la baja desocupación cambiaba las relaciones de poder en desmedro de los empleadores. La conclusión, inclusive sin recurrir a Kalecki, cae por su propio peso. El desarrollo es algo demasiado importante para dejarlo en manos de los empresarios. Los países que lograron de-sarrollarse en las últimas décadas, empezando por China, no lo hicieron gracias al libre mercado, sino de la mano de una decidida planificación y con el Estado controlando sectores clave de la economía
jaius@yahoo.com

sábado, 26 de octubre de 2013

Scioli, Massa, Binner, cobos, todos se anotan en la carrera presidencial

Cuarenta. Ese es el número ‘mágico’ al que muchos de los candidatos que se presentan el próximo domingo aspiran llegar –o superar–, para elevar sus chances mirando al 2015.
Sergio Massa hace tiempo que le pidió a los suyos “superar esa barrera” para consolidar su proyecto presidencial.
Mauricio Macri, en la Ciudad de Buenos Aires aspira a que sus candidatos también lleguen a ese número y un 25% a nivel nacional, para relanzar su candidatura presidencial.
Y en el mismo lote se anotan Hermes Binner en Santa Fe y Julio Cobos en Mendoza. Este último sueña con superar el 50% de los votos el próximo domingo, para volver a entrar ‘por la puerta grande’ de la política nacional y lanzar después su candidatura presidencial.
Más modesto, el candidato del oficialismo Martín Insaurralde aspira llegar al 33%, que fue el porcentaje obtenido por Néstor Kirchner en el 2009, cuando fue derrotado por Francisco de Narváez, y cumplir con una ‘elección digna’.
El massismo sostiene que sus encuestas le marcan una diferencia de más de diez puntos sobre el candidato Martín Insaurralde. “Si superamos el 40% de los votos, que se escondan debajo de la cama” lanzan desde las cercanías de Sergio Massa, desafiantes.
Por más que no lo digan, toda la estructura del massismo está volcada ya hacia la candidatura presidencial del 2015. Y todo apunta a que competirá con su Frente Renovador, aunque hace algunas horas atrás en un encuentro con algunos de sus funcionarios, Mauricio Macri reveló: “Yo dije que el acuerdo con Massa era hasta el 28 de octubre porque él me dijo que competiría a la presidencia por dentro de la estructura del Peronismo”.
En el macrismo también tienen todo preparado para lanzar el andamiaje hacia el 2015, que incluye potenciar la figura de María Eugenia Vidal en la provincia (la gran pregunta es qué hará Jorge Macri, que sí tiene acuerdo con Massa), y la de Horacio Rodríguez Larreta como el ‘candidato natural’ para suceder a Mauricio Macri en la ciudad. ¿Y Gabriela? Es la pregunta obligada. Responden desde el macrismo: “Será el as en la manga que nos guardamos por si Mauricio no es candidato presidencial, y debemos negociar una fórmula. Gabriela es una excelente candidata a Vice”. Pero se sabe, Gabriela Michetti aspira a ser Jefa de Gobierno.
El gobernador bonaerense Daniel Scioli está en la línea de largada, desde hace tiempo. Y desde el 28 de octubre, sea cual sea el resultado en su provincia, comienza su armado nacional. Algunas líneas ya ha tendido en las provincias, y fiel a su estilo, les ha pedido a varios dirigentes que no anticipen ningún paso, si no cuentan con su autorización.
Tiene muy aceitadas las relaciones con varios gobernadores provinciales, y se sabe que desde hace algunas semanas, ha retomado los diálogos con el cordobés José Manuel de la Sota.
La gran pregunta del sciolismo es si tendrán desde el kirchnerismo el apoyo para su candidatura: “No pedimos que Cristina salga a bancarnos, sólo con que ella deje jugar y no nos hagan zancadillas, estamos conformes.”
A Hermes Binner le saldrá un jugador fuerte, si es que quieren mantener a nivel nacional la experiencia de Santa Fe y la provincia de Buenos Aires: Julio Cobos.
Desde el radicalismo, daría la impresión que el mendocino se encamina a ser la figura presidencial fuerte que el centenario partido pondrá sobre la mesa, llegado el momento de las primarias del 2015. Ricardo Alfonsín ya ha indicado que no aspira a esa postulación e iría por la presidencia del radicalismo mientras Ernesto Sanz jugaría la gobernación de su provincia.
Y Carrió también aspira a jugar en el 2015,en una interna del panradicalismo.
Habrá que ver cómo negocian. Y qué deseos hay de mantener a nivel nacional, lo que han construido en Santa Fe y provincia de Buenos Aires.
Tanto Macri como las figuras del ‘panradicalismo’ sostienen que la sociedad tiene cierto ‘hartazgo’ del peronismo, y que en el 2015 el péndulo se inclinará hacia a alguno de ellos.
Deberán ofertar una alternativa potable y sólida. Hoy, aún no la tienen.
Y es el partido que se comienza a jugar, el próximo 28 de octubre.
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Una mirada a las últimas cifras


Los consultores diagnostican que el kirchnerismo será la primera fuerza. Todos crecerán si mantienen los resultados de las PASO. Incógnita por el tercer senador porteño. La diferencia en provincia.


A diferencia de otras elecciones, los encuestadores han tenido pocas discrepancias entre sí durante todo el proceso. En forma unánime, los consultores diagnostican que el Frente para la Victoria será la primera fuerza y el gran interrogante es si podrá retener el quórum propio en ambas cámaras. En la provincia de Buenos Aires, los cinco puntos de diferencia que sacó Sergio Massa a Martín Insaurralde se estiraron a 15 en seguida después de las PASO, luego hubo una reducción a siete –verificada por todos los estudios– y en los últimos días parece haberse dado una nueva ventaja. En la Capital también hay coincidencia en que Gabriela Michetti ganará la elección y pasará los 40 puntos. El interrogante es quién conseguirá la tercera banca en el Senado, si Daniel Filmus o Fernando “Pino” Solanas, lo que dependerá de la magnitud del corte de boleta. A más corte, más chances de Filmus, a menos corte, más chances de Solanas.
Hay un crecimiento para casi todas las listas si se compararan los resultados con los de las PASO. Es que en aquella elección no se descartaban los votos llamados no positivos, es decir los que correspondieron a los que sufragaron en blanco o anularon el voto. En esta elección, en cambio, para hacer el conteo de qué porcentaje saca cada candidato, primero se descuentan los votos en blanco y nulos y después se hace el cálculo. En la provincia de Buenos Aires hubo casi cinco por ciento de voto en blanco y uno y medio por ciento de voto nulo.
La convicción de la mayoría de los consultores es que el FpV aumentará sus bancas en la Cámara de Diputados. El problema es si conservan sus asientos los aliados y, en consecuencia, si el oficialismo retiene su capacidad de armar el quórum propio. Otro tanto ocurre en el Senado.
En territorio bonaerense, los 35 puntos que consiguió Massa en agosto se convierten automáticamente en 37 por la forma distinta de cálculo. A esto se agrega lo que ganó a manos de Francisco de Narváez, que consiguió 11 por ciento en las PASO y hoy seguramente bajará a siete. Por su parte, los casi 30 puntos que obtuvo Insaurralde serán 32 y habrá que ver si agrega alguno más, lo que le permitiría estar en lo que se considera el núcleo duro kirchnerista en la provincia de Buenos Aires. La candidata del Frente Cívico y Social, Margarita Stolbizer, mantiene su intención de voto de las PASO. Uno de los grandes interrogantes de la elección de mañana es si el Frente de Izquierda, con Néstor Pitrola como candidato, consigue o no la banca de Diputados. Consiguió el cuatro por ciento en las PASO y, además, quedaron afuera otros candidatos de izquierda, de manera que tiene chances.
En el territorio porteño, la duda fundamental tiene que ver con la tercera banca del Senado. Las dos primeras corresponderán al PRO que, según los encuestadores, estará por encima del 40 por ciento. Todos los consultores están de acuerdo en que del 32 por ciento de los votos que consiguió Unen en Capital, hay una proporción importante que no apoyará a Pino Solanas y existe un corte de boleta Michetti-Carrió que favorece a Filmus. Sin embargo, el interrogante a resolver es si habrá un 35 por ciento de corte de boleta –como aparece en los sondeos– o si la proporción es muchísimo menor. En la Ciudad también tienen chances de conseguir banca Luis Zamora y Jorge Altamira.
En el interior está cantado el triunfo de Hermes Binner en Santa Fe, el de Juan Schiaretti en Córdoba, el de Julio Cobos en Mendoza y la lista del Frente para la Victoria, acaudillada por el gobernador Sergio Urribarri en Entre Ríos.

A 30 años del alfonsinazo


El logo de RA, el Preámbulo de la Constitución y el “Ahora Alfonsín” marcaron una estrategia centrada en un liderazgo personal, que trascendió la UCR y capturó el voto peronista.

 Por Sebastian Abrevaya
En una etapa en la que los partidos tenían un rol fundamental en la política argentina, la elección de 1983 no sólo tuvo la enorme particularidad de abrir el período democrático más largo de la historia argentina, sino de marcar el inicio a una campaña electoral moderna, más centrada en la imagen y en la figura del candidato, un camino que se fue profundizando hasta hoy. Con el objetivo de trascender las pertenencias partidarias, Raúl Alfonsín y su equipo relegaron la marca UCR, el sello partidario y los íconos tradicionales y apostaron fuerte al liderazgo carismático de líder del movimiento Renovación y Cambio, que empezó por su identificación con la República Argentina a través del óvalo con las iniciales RA, con los colores de la bandera nacional. “En la campaña había una contradicción, porque Alfonsín decía no sigan hombres, sigan ideas, pero la UCR no aparecía y siempre firmaba RA. Fue la campaña de un partido que ocultaba su identidad porque tenía históricamente un 25 por ciento de los votos y necesitaba el 50 por ciento”, explica Gabriel Dreyfus, uno de los principales publicistas del equipo que en aquel entonces comandaba David Ratto.
Antes de empezar la campaña, peronistas y radicales estaban convencidos de que el PJ, con Italo Luder de candidato, llegaría a la presidencia, como cada vez que se habían presentado en elecciones libres. “El peronismo pensaba que ganaba con la camiseta, que era invencible, que no importaba el candidato, la campaña, el contexto”, detalla el abogado y periodista Oscar Muiño, autor del reciente libro Alfonsín, mitos y verdades del padre de la democracia. Pero Alfonsín estaba persuadido de que sería diferente y el 30 de octubre de 1983 alcanzó el 51,75 por ciento de los votos, frente al 40,16 de Luder.
El Preámbulo de la Constitución Nacional, el famoso saludo con las dos manos unidas a la altura del hombro, el logo RA, los “alfonsinazos” por todo el país, los slogan “Ahora Alfonsín” y “Con la democracia se come, se cura, se educa”, fueron los puntos más recordados de aquellos años de movilizaciones masivas, que alcanzaron un millón de personas en el cierre de campaña en la 9 de Julio. Apelando a sus mejores condiciones de orador, el 26 de octubre, Alfonsín dio un discurso vibrante y emotivo. “No podemos fallarle más a nuestro pueblo, el último fracaso nos llevó a este período tremendo de la historia argentina... Pero no bastan las buenas ideas, hay que garantizarle al pueblo argentino que no vamos a fracasar. Y la única forma de no fracasar es si logramos concretar una democracia con poder en la Argentina. Y el poder a la democracia se lo da el pueblo. El pueblo unido, sin distinción entre radicales y antirradicales, peronistas y antiperonistas”, exclamó, poniendo en evidencia un mensaje que rescataba el liderazgo de Alfredo Palacios para los socialistas, de Lisandro de la Torre para los demócratas progresistas y de Evita para los peronistas.
Para Muiño, ex subsecretario de Información Pública de Alfonsín, “la idea de que fue sólo una campaña publicitaria es una idea falsa”, ya que había notables diferencias entre los dos competidores. “Los peronistas que participaron en la campaña cuentan que el que parecía candidato peronista por su fuerza era Alfonsín, y el que era más reposado era Luder. Uno era un tribuno de la plebe, mientras el otro era un constitucionalista, un profesor universitario”, completa Muiño. En la misma línea, Dreyfus sostiene que si bien la campaña “ayudó”, “lo central fue el candidato”.
“Fue una campaña muy básica. Con afiches en blanco y negro, televisión en blanco y negro. Con algunos hallazgos muy interesantes desde el punto de vista gráfico como el RA. Eso lo inventó Alfonsín porque le habían regalado una hebilla de cinturón con esas iniciales”, recuerda Martín Baintrub, publicista de la agencia Persuación, que por aquel entonces presidía el centro de estudiantes de la Facultad de Arquitectura y luego la poderosa Federación Universitaria Argentina.
Entre los múltiples factores que llevaron a Alfonsín a la victoria, se destacan su posición contraria a la guerra de Malvinas, su denuncia del pacto sindical-militar, la postura frente a la dictadura, que luego se plasmó en la teoría de los dos demonios, pero que enfrente tenía la “autoamnistía” que proponía el PJ. “Alfonsín logró conmover a las mujeres y a los jóvenes. A las amas de casa por el tema de la paz y a los jóvenes porque tenía un discurso moderno”, señala Muiño.
Un liderazgo fuerte y carismático, un adversario más débil, una gran estructura partidaria detrás, un mensaje político claro y una novedosa campaña publicitaria marcaron aquel camino alfonsinista, que terminó en su victoria y en la apertura democrática, 30 años

La carrera presidencial, 2 años antes, lo que dice la historia reciente

La interpretación de los comicios de hoy como antesala de la elección presidencial de 2015  no toma en cuenta la experiencia de treinta años de democracia. En ningún caso dos años antes era previsible quién resultaría electo. Los grandes vencedores en la provincia de Buenos Aires, de Cafiero, Duhalde y Fernández Meijide a Rückauf y De Narváez, no tuvieron la proyección posterior esperada.


 Un ejercicio revelador es ubicarse dos años antes de cada elección presidencial, para ver si era previsible quién las ganaría o incluso quiénes serían candidatos.
Raúl Alfonsín, 1983. En octubre de 1981 gobernaba el general Roberto Viola y ni siquiera se contemplaba la designación del presidente por otro medio que la deliberación dentro de la Junta Militar. En noviembre, Viola fue depuesto por su colega Leopoldo Galtieri, quien declaró que las urnas estaban bien guardadas. Su mandato se interrumpió en forma abrupta luego de la guerra de las Malvinas. Lo sucedió el también general Benito Bignone, quien firmó la convocatoria electoral. Desde que se abrió la campaña, la única incógnita que importaba era quién sería el candidato del Partido Justicialista, que desde 1946 se había impuesto en todas las elecciones en las que se le permitió participar. Quienes concitaban las mayores expectativas eran Antonio Cafiero, quien contaba con la simpatía del jefe sindical metalúrgico Lorenzo Miguel; el escribano Deolindo Felipe Bittel, que había conducido el partido bajo la dictadura, y el ex presidente interino Italo Argentino Luder, quien fue el designado. Ni los más entusiastas partidarios de Raúl Alfonsín imaginaron hasta muy pocos días antes del 10 de octubre de 1983 que el candidato de la UCR pudiera alzarse con la presidencia. Su elección constituyó por ello un auténtico terremoto político.
1987-Cafiero asestó su primera derrota al alfonsinismo
en la estratégica provincia de Buenos Aires.
Su ascenso a la presidencia parecía inexorable.

1993-Sin posibilidad
constitucional de reelección, Menem ingresaba
en los dos últimos años de su mandato de seis y
Eduardo Duhalde parecía firme candidato
a la presidencia.
Carlos Menem, 1989. En octubre de 1987, la UCR fue derrotada por el rejuvenecido justicialismo en las elecciones legislativas y, lo que es peor, también en la gubernativa bonaerense, donde Cafiero batió al candidato alfonsinista Juan Manuel Casella. Las encuestas previas le daban una ventaja de tres puntos, pero en el escrutinio se impuso por siete. Por primera vez la candidatura presidencial del peronismo se dirimiría en elecciones internas, que fueron convocadas para nueve meses después de la gran victoria de Cafiero, cuya Liga Peronista Bonaerense le garantizaba los votos del mayor distrito electoral del país. Fortalecido por su victoria sobre el candidato oficial Herminio Iglesias en las legislativas de 1985, por su decidido apoyo a las instituciones durante el alzamiento carapintada de 1987, y con control de los bloques legislativos de su partido en ambas cámaras, el gobernador de Buenos Aires era la figura excluyente de la política argentina. Sin embargo, en junio de 1988 fue derrotado por el gobernador riojano Carlos Menem, quien lo había acompañado en la renovación, pero que no contaba con un aparato que pudiera oponer a la maquinaria bonaerense. Tan fuerte era la imagen de Cafiero y tan poco temor inspiraba Menem, que el ministro de Interior Enrique Nosiglia suministró recursos para la campaña interna del riojano, con la esperanza luego realizada, de que sacara de pista al temido candidato bonaerense.
Carlos Menem, 1995. El mandato de seis años de Menem concluía en 1995 y la Constitución no admitía la reelección antes de que pasara un período. Pero en 1993, Alfonsín consintió la reforma constitucional que habilitaría un segundo mandato presidencial, a cambio de la elección de un tercer senador por la minoría en cada provincia, innovación concebida para insuflar vida a su alicaída estructura partidaria. Esto postergó las aspiraciones del ex vicepresidente y gobernador bonaerense desde 1991, Eduardo Duhalde, a quien Menem le había prometido que sería su candidato a la sucesión.
1997-La profesora Graciela Fernández Meijide batió al aparato duhaldista en su bastión bonaerense y se convirtió en la mimada precandidata presidencial para 1999.

2001-Cuando el gobierno de la Alianza mostró sus primeras fisuras, que condujeron a la renuncia del vicepresidente Alvarez, la figura emergente era Carlos Rückauf, quien en 1999 había sido electo gobernador de Buenos Aires sobre Graciela Fernández Meijide. Luego de la crisis de fin de siglo, Duhalde instaló la candidatura de Reutemann.

2005-Luego de la victoria de CFK sobre Hilda González en la provincia de Buenos Aires, nada se oponía a la reelección de Kirchner. Pero el presidente desistió de presentarse y promovió la candidatura de su esposa.
Fernando De la Rúa, 1999. La animosidad que esto generó entre Menem y Duhalde contribuyó a la derrota del justicialismo en las elecciones legislativas de 1997 frente a una Alianza de ocasión entre el radicalismo y el flamante Frente para un País Solidario, Frepaso, un desprendimiento liberal del peronismo liderado por el Licenciado en Historia Carlos Alvarez. También entonces el mayor impacto fue el resultado bonaerense. Alvarez persuadió a la senadora Graciela Fernández Meijide de renunciar a su banca por la Capital y competir por una diputación en la provincia. Esta profesora de francés, madre de un estudiante detenido-desaparecido durante la dictadura y dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, era una personalidad tan irresistible que venció por cinco puntos a la esposa del gobernador, Hilda González de Duhalde, quien había sumado una entusiasta organización de manzaneras al dispositivo territorial de su marido. Duhalde se proclamó como el padre de la derrota. El último día de ese año el columnista Martín Dinatale informó que en la compulsa realizada dentro de la redacción de La Nación, Fernández Meijide había sido designada como la personalidad política del año y anunciaba su candidatura presidencial para 1999, una vez más impulsada por el licenciado Alvarez y con generalizado sostén mediático. Si se hubiera dirimido como estaba previsto en elecciones internas, tal vez el vaticinio se habría cumplido. Pero temeroso de la maquinaria radical, Alvarez convenció a Fernández Meijide de que no disputara contra Fernando De la Rúa, y aceptó acompañarlo él como candidato a vice. De la Rúa relegó a Fernández Meijide y se impuso con holgura a Duhalde, cosas inimaginables dos años antes.
Néstor Kirchner, 2003. De la Rúa y Alvarez contaron con la benevolencia de Menem. El presidente no hizo nada para apuntalar la candidatura de Duhalde, quien perdió ante la Alianza en 1999. Pero su candidato Carlos Rückauf recuperó la provincia de Buenos Aires, a cuya gobernación llegó con una victoria sobre Fernández Meijide. Cuando la Alianza mostró sus primeras fisuras, Rückauf emergió como el favorito para disputar la presidencia en 2003. Pero sobrevino la gran crisis de fin de siglo y Duhalde pudo entrar por la ventana al despacho que las urnas le habían negado. Lo ocupó como encargado interino del Poder Ejecutivo durante unos meses entre 2002 y 2003. La Asamblea Legislativa había concedido a Duhalde permanecer allí hasta la finalización del mandato iniciado en 1999, pero su incapacidad para conducir una situación turbulenta lo obligó a renunciar también él antes de tiempo, como los dos presidentes radicales. Las elecciones de octubre de 2003 se adelantaron para abril y la entrega del mando de diciembre a mayo. Duhalde escogió entonces como su candidato al gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, quien gozaba de excelente imagen. Pero rehusó presentarse, por razones que ni hoy se conocen con certeza. Néstor Kirchner era un desconocido fuera de Santa Cruz. Incluso en la semana previa a la primera vuelta sólo cuatro de las diez encuestas publicadas vaticinaron que el desempate sería entre Menem y Kirchner mientras otras tantas colocaron en el ballotage contra Menem al radical Ricardo López Murphy, a quien una dio como vencedor. Aún al año siguiente, durante un panel sobre publicidad política y elecciones, Julio Aurelio y Eduardo Fidanza insistieron en que en la Semana Santa previa a los comicios, López Murphy se encaminaba hacia la presidencia, fenómeno que no sucedió según Aurelio por una campaña de estigmatización y de acuerdo con Fidanza por errores del candidato.
CFK, 2007. En octubre de 2005, Kirchner tenía índices abrumadores de aprobación popular y decidió liberarse de la tutela de Duhalde. Postuló la candidatura de su esposa, que pudo batir a la de Duhalde en las elecciones bonaerense para el Senado. A partir de entonces nadie dudó de la reelección de Kirchner en 2007. Se pensaba que CFK podría suceder a Felipe Solá en la gobernación de Buenos Aires. Pero Kirchner declinó su reelección, para impulsar la candidatura de Cristina, quien en 2007 duplicó los votos de la segunda fórmula.
2009-El conflicto con las patronales agropecuarias
de 2008 y las elecciones legislativas de 2009,
con la victoria en la provincia de Buenos Aires
de Francisco de Narváez fueron evaluados como
el fin del kirchnerismo: la presidencia en 2011
estaría entre Julio Cobos y Maurizio Macrì.
CFK, 2011. En octubre de 2009, luego de la elección legislativa bonaerense en la que el filántropo colombiano Francisco De Narváez batió a la lista encabezada por Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Tomás Massa, la prensa opositora dio por terminado el ciclo kirchnerista e incluso se anunció la probable renuncia de la presidente para que asumiera en su reemplazo el vicepresidente Julio Cobos. En cualquier caso, Cobos era el candidato imbatible que en octubre de 2011 disputaría la presidencia con Scioli, Carlos Reutemann y/o Maurizio Macrì. Ninguno de los cuatro fue siquiera candidato y Cristina fue reelecta, con el 54 por ciento de los votos y casi 40 puntos sobre la segunda fórmula. De Narváez sí compitió por la gobernación, pero cayó por 43 puntos de diferencia ante Scioli. Cafiero, Bittel, Fernández Meijide, Duhalde, López Murphy, Reutemann, De Narváez resplandecieron durante sus respectivos quince minutos de gloria y se extinguieron

Lista completa de todos los candidatos que juegan hoy



Click en cada Distrito para conocer a los candidatos.

BUENOS AIRES
CATAMARCA
CHACO
CHUBUT
CIUDAD DE BUENOS AIRES
CORDOBA
CORRIENTES
ENTRE RIOS
FORMOSA
JUJUY
LA PAMPA
LA RIOJA
MENDOZA
MISIONES
NEUQUEN
RIO NEGRO
SALTA
SAN JUAN
SAN LUIS
SANTA CRUZ
SANTA FE
SANTIAGO DEL ESTERO
TIERRA DEL FUEGO
TUCUMÁN

Acción de los sujetos políticos


La acción de los sujetos políticos se expresa en dos momentos importantes.

1)   la práctica momento de confrontación entre los diferentes sujetos que operan en el campo de los ordenamientos del estado

2)    La elaboración ideológica, lo que permite establecer valores y formas valorativas, elementos que tienden  a cohesionar a los sujetos políticos y a convertirlos en representantes de intereses. Son las representaciones simbólicas que permean al conjunto de la sociedad y le dan direccionalidad a las orientaciones políticas de los grupos e individuos. Es decir, el momento de la construcción política.

Política es acción y construcción ideológica
Acción instrumental y dimensión normativa y simbólica

viernes, 25 de octubre de 2013

Según un estudio la TV pública mejora el grado de conocimiento de la población acerca de los asuntos públicos

Se ha publicado recientemente un estudio (que puede verse aquí: Soroka et al. 2012. ”Auntie Knows Best? Public Broadcasters and Current Affairs Knowledge”, en British Journal of Political Science), que constata una relación entre el consumo de televisión pública y el mayor grado de conocimiento de la población sobre los asuntos públicos. El análisis se ha hecho mediante encuesta internacional en seis países: Canadá, Italia, Japón, Noruega, Gran Bretaña y Corea del Sur. El resumen del artículo dice así:
“Las televisiones públicas son una parte central del sistema de los sistemas de medios nacionales, y a menudo se las tiene por especialistas en la provisión de noticias relevantes (hard news). Pero, ¿influye la exposición a las noticias públicas frente a la exposición a las noticias privadas en el conocimiento que los ciudadanos tienen de los asuntos de actualidad? Esta es la cuestión que se investiga en este artículo utilizando encuestas en varios países y capturando el conocimiento de los asuntos de actualidad y el consumo de medios. … Los resultados indican que, comparados con los medios comerciales, los medios públicos tienen una influencia positiva en el conocimiento de las noticias relevantes, aunque no todos los medios públicos sean igual de eficaces a este respecto. Las diferencias entre países están relacionadas con la independencia jurídica de los medios, la financiación pública de los mismos y la cuota de audiencia que consiguen.”
En resumen: garantía legal de independencia, más audiencia y más dinero, igual a una población mejor informada de los asuntos públicos.

Genética y política

En los últimos años, venimo leyendo mucho sobre   la incidencia de la genética en la política. La aproximación es sumamente interesante, y empezamos a tener conclusiones ya con bastante constatación científica. Por ejemplo, que la influencia de la genética es fuerte en las predisposiciones al conservadurismo y al progresismo, incluso mayor que la influencia ambiental.
Aquí un estudio preliminar, tanto que ni siquiera se ha publicado el paper definitivo:
Hatemi et al., “Genetic Influences on Political Ideologies: Genome-Wide Findings on Three Populations, and a Mega-Twin Analysis of 19 Measures of Political I

El sesgo predictivo en las campañas electorales


Interesantísimo estudio de dos profesores de Estados Unidos que entrevistaron a 4.000 miembros de los diferentes equipos del Partido Demócrata en las últimas 200 elecciones de diverso nivel. Les preguntaron qué decían las encuestas sobre la posible victoria o derrota de su candidato respectivo, con garantía de anonimato. Pues bien, en la mayoría de los casos se equivocaron. Y no en cualquier dirección, no. Los errores fueron de sobrestimación: lo más frecuente fue que creyeran que ganarían cuando en realidad luego perdieron. Se ve muy bien en este gráfico aportado por los investigadores:
 
En el cuadrante superior derecho, los casos en los que los equipos predijeron victoria y tuvieron victoria. En el muy poblado cuadrante superior izquierdo, los casos en los que se predijo victoria y se perdió. En el inferior izquierdo, los casos en los que se predijo derrota y hubo derrota. Y en el desierto cuadrante inferior derecho (ni un solo caso en él), la eventualidad de predecir fracaso y ganar. Nos equivocamos pero no por pesimistas, sino por brabucones y optimistas. Cuidado.
El paper completo está aquí:
Enos, Ryan y Eitan Hershey. 2013. “Elite Perceptions of Electoral Closeness: Fear in the of Uncertainty or Overconfidence of True Believers”

Sobre el estado benefactor y la reestructuración productiva

En un muy buen post Baleno cita al economista surcoreano Ha-Joon Chang  y en especial refiere  al texto   "23 cosas que no se dicen sobre el capitalismo".

Interesante punteo de temas del que extraemos este, particularmente notable y de gran utilidad para un país como la Argentina que , sí o sí, debe reformular su estructura productiva y los saberes y habilidades de los agentes involucrados.
Los países con Estados de Bienestar más grandes pueden crecer con mayor rapidez  ¿Y qué pasa con las pruebas? ¿Cuál es el comportamiento relativo de la economía de los países que difieren en términos del tamaño de sus Estados benefactores? Como lo dijimos anteriormente, la convención indica que los países con Estados de bienestar más pequeños son más dinámicos. No obstante, las pruebas no apoyan este punto de vista.
Hasta la década de los ochenta, los EE.UU. crecieron mucho más lentamente que Europa, a pesar de que su Estado de Bienestar era mucho más pequeño. Por ejemplo, en 1980, el porcentaje del PBI dedicado al gasto social era de solamente 13,3% en los EE.UU., comparado con el 19,9% para 15 países de la UE. La proporción alcanzaba un 28,6% en Suecia, 24,1% en Holanda y 23% en Alemania Occidental. 
A pesar de ello, entre 1950 y 1987 los EE.UU. crecieron más lentamente que cualquier país europeo. El ingreso per cápita creció un 3,8% en Alemania, 2,7% en Suecia y 2,5% en Holanda, mientras que en EE.UU. creció un 1,9% en el mismo período. Obviamente, el tamaño del Estado de Bienestar no es el único factor determinante para el comportamiento de la economía de un país, pero esto demuestra que un Estado benefactor grande no es incompatible con un alto crecimiento.
Incluso desde 1990, cuando el comportamiento del crecimiento relativo de los EE.UU. empezó a mejorar, algunos países con grandes Estados benefactores lo hicieron más rápidamente.

Por ejemplo, entre 1990 y 2008, el ingreso per cápita en los EE.UU. creció un 1,8%. Es básicamente lo mismo que en el período anterior, pero dado el desaceleramiento de las economías europeas, EE.UU. se convirtió en la economía de mayor crecimiento del “núcleo” del grupo OCDE (es decir, excluyendo los países que aún no son tan ricos, como Corea y Turquía).
Lo interesante es, sin embargo, que las dos economías de mayor crecimiento en el núcleo del grupo OCDE durante el período posterior a 1990 pertenecen a Finlandia (2,6%) y a Noruega (2,5%), ambos con un gran Estado de Bienestar. En 2003, el porcentaje del PBI destinado al gasto social público era de 22,5% en Finlandia y 25,1% en Noruega, comparado con el promedio del OCDE de 20,7% y un 16,2% en los EE.UU. 

Suecia, que literalmente tiene el Estado benefactor más grande del mundo (31,3%, el doble que el de los EE.UU.), marcó una tasa de crecimiento de 1,8%, sólo un poco más baja que la tasa de EE.UU. Contando únicamente la década del 2000 (2000-2008), las tasas de crecimiento de Suecia (2,4%) y Finlandia (2,8%) fueron muy superiores a la de los EE.UU. (1,8%). Si los economistas del libre mercado tuvieran razón con respecto a los efectos perjudiciales del Estado de Bienestar en la ética del trabajo y los incentivos para la creación de riqueza, este tipo de cosas no ocurriría.
Con todo esto, por supuesto, no quiero sugerir que el Estado benefactor sea necesariamente bueno. Como toda institución, tiene sus lados buenos y malos. En especial cuando se basa en programas dirigidos, en lugar de universales (como en los EE.UU.), puede estigmatizar a los beneficiarios de la asistencia social. 

El Estado benefactor eleva el “salario de reserva” de las personas y los desalienta a tomar empleos con bajos salarios y condiciones pobres de trabajo, aunque si esto es malo o no es discutible (personalmente creo que unagran cantidad de “trabajadores pobres”, comoen los EE.UU., es un problema tan importante como el de las tasas de desempleo generalmente altas que se observan en Europa). Sin embargo, si está bien diseñado, enfocado a dar a los trabajadores una segunda oportunidad, como en los países escandinavos, puede estimular el crecimiento económico al predisponer a la gente al cambio y lograr que la reestructuración industrial sea más fácil.
Podemos manejar nuestros autos a gran velocidad porque tenemos frenos. Si los autos no tuvieran frenos, ni siquiera los conductores más habilidosos se atreverían a ir a más de 30 o 40 kilómetros por hora, por miedo a un accidente fatal. De la misma forma, la gente puede aceptar de mejor gana el riesgo del desempleo y la necesidad de capacitarse para adaptar sus habilidades si saben que esas experiencias no van a arruinar sus vidas. Por eso, un gobierno más grande puede hacer que la gente esté más abierta al cambio, y de esa manera, que la economía sea más dinámica.